Recientemente se ha celebrado el Día Internacional contra la Violencia de Género. En España se ha vuelto a abordar el tema desde la acostumbrada perspectiva simplista y acientífica del modelo reduccionista culturalista. Es decir, esa perspectiva, presuntamente "progresista" que sostiene que la Violencia de Género es una desviación promovida por el entorno social, una creación cultural en la que los individuos actúan según pautas aprendidas en el entorno sociocultural en el que se desarrollan.
Esta concepción de la Violencia de Género como fenómeno 100% cultural es especialmente nociva por dos motivos principalmente:
1.- Impide un conocimiento profundo de todas las causas que intervienen en las manifestaciones de Violencia de Género.
Y 2.- Incapacita a las víctimas para conocer la verdadera naturaleza de los ataques que pueden sufrir, privándoles así de una parte importante de los mecanismos de defensa que podrían emplear para evitarlos.
Paradójicamente, desde las concepciones culturalistas aplicadas al estudio de la Violencia de Género se subraya en ocasiones el hecho de que LA VIOLENCIA DE GÉNERO SE DA EN TODAS LAS CULTURAS Y SOCIEDADES HUMANAS, como evidencia de la gravedad del problema. Sin percatarse de que esa proliferación total es una demostración de que nos encontramos no ante un fenómeno cultural sino ante una característica humana, la violencia, que, eso sí, puede mostrar diferentes particularidades culturales a la hora de materializarse.
Sin pretender negar la importancia al componente cultural de las manifestaciones de cuaquier clase de Violencia humana, me limitaré a apuntar aquí dos aproximaciones complementarias (que parecen ser consideradas TABÚ en la corriente dominante en este país) que podrían ayudar a un mayor conocimiento del fenómeno y también a mejorar su corrección y disminución.
La primera aproximación sería a través de un mejor conocimiento de los mecanismos neurofisiológicos subyacentes en las conductas agresivas en humanos. ¿Por qué ocultar que la segregación de ciertas hormonas facilitan las conductas violentas (como las hormonas masculinas: testosterona, androstenodiona y otras) mientras que otras las neutralizan (como la oxitocina o los corticoides)?
La segunda aproximación propone un mejor conocimiento de las causas de la Violencia de Género en humanos comparando nuestro comportamiento con el de otra especie de primates con la que compartimos más de un 98% de componente genético: los chimpancés (pan troglodytes).
En este sentido recomiendo la lectura del artículo
"Male coercion and the costs of promiscuous mating for female chimpanzees", de los siguientes autores:
Martin N Muller,1; Sonya M Kahlenberg,2; Melissa Emery Thompson,2; and Richard W Wrangham2.
1Department of Anthropology, Boston University.
2Department of Anthropology, Harvard University, Cambridge.
Martin N Muller,1; Sonya M Kahlenberg,2; Melissa Emery Thompson,2; and Richard W Wrangham2.
1Department of Anthropology, Boston University.
2Department of Anthropology, Harvard University, Cambridge.
Fue publicado en enero de 2007 y podéis leerlo, en inglés, en el siguiente enlace.
El resumen del artículo es el siguiente:
"For reasons that are not yet clear, male aggression against females occurs frequently among primates with promiscuous mating systems. Here, we test the sexual coercion hypothesis that male aggression functions to constrain female mate choice. We use 10 years of behavioural and endocrine data from a community of wild chimpanzees (Pan troglodytes schweinfurthii) to show that sexual coercion is the probable primary function of male aggression against females. Specifically, we show that male aggression is targeted towards the most fecund females, is associated with high male mating success and is costly for the victims. Such aggression can be viewed as a counter-strategy to female attempts at paternity confusion, and a cost of multi-male mating."
Evidentemente, no es posible equiparar absolutamente la conducta de los seres humanos con la de otras especies, pero sí es interesante conocer qué parte de los comportamientos de otras especies de primates pueden facilitar una mejor comprensión de nuestra propia conducta.
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